lunes, 12 de enero de 2009

¡Lo llaman democracia y no lo es!

Curioso el juego que se le plantea de nuevo al Estado. La pasada semana parte de la izquierda independentista vasca organizaba una rueda de prensa para presentar por enésima vez, ante su sociedad, una lista política con la que concurrir a las próximas elecciones en la Comunidad Autónoma Vasca. Bajo el nombre de D3M (Demokratzia Hiru Milloi, en vascuence, Democracia Tres Millones en castellano) tratarán de superar el rodillo impuesto por el Estado bajo la forma de Ley Orgánica de Partidos Políticos por el que se trata de evitar que cualquier agrupación política que no condene expresamente la violencia de ETA, no pueda participar del juego democrático. Seguramente acabe ilegalizada al encontrar relaciones entre sus miembros y la extinta Batasuna o Acción Nacionalista Vasca. Pero que pasaría, si por un casual, los abertzales violentos consiguieran reunir una lista en la que sus miembros no tuvieran ninguna relación con el entramado militar o político. ¿Permitiría el Estado a estos ciudadanos, que también pagan sus impuestos, conviven con el resto de la sociedad en el mismo espacio físico y aunque a ellos mismos les queme, en su cartera llevan el DNI español, ser elegidos en unas elecciones como representantes de parte de la sociedad? Seguramente no, el PP, Foro de Ermua, AVT … pondrían el grito en el cielo y boicotearían el derecho democrático de unos ciudadanos a concurrir a unas elecciones. De ser así, obtendríamos, una vez más, la constatación de que el sistema político bajo el que nos regimos es de todo menos democrático. La participación de los ciudadanos en las instituciones queda conculcada y negada a priori. A mi, de pequeño me enseñaron a respetar las reglas del juego, asumir que los “malos” a veces pueden ganar y aprovecharse del sistema que, en teoría, nos abraza y protege a todos. Al final pienso que no heredamos nada de nuestros padres y que el Estado, disfrazado de principios democráticos, puede cambiar unilateralmente las reglas. Al romper la baraja está, con el peligro que eso conlleva, legitimando acciones desesperadas de toda índole. Luego nos lamentaremos. Otra pregunta en el aire es si bajo cualquier otra circunstancia, la conculcación de los derechos alegando seguridad, civismo y vaya usted a saber que. Es como si a los consumidores de cocaína se les prohibiera presentarse a las elecciones o votar porque debido a su consumo las narcomafias de Colombia o México cometen actos ilegales de la máxima gravedad.
Que nadie busque en estas líneas una justificación de ningún tipo de violencia, pero la hipocresía es uno de los pecados políticos que menos peso tiene. Mientras a PP y PSOE se les llena la boca condenando la execrable violencia etarra, conculcan, antes de nacer, los derechos democráticos de ciudadanos o instituciones que no siguen su cuerda. Condenar la violencia como excusa, pero sólo la que les afecta directamente. Habría que condenarla toda. La matanza de Israel contra los civiles palestinos, los asesinatos y secuestro de Estados Unidos contra cualquier sospechoso islamista en Irak, Afganistán o cualquier parte del planeta, las torturas y presiones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que realizan contra cualquier ciudadano detenidos y sospechosos de pertenecer a los mal llamados antisistema o simpatizan con los violentos de SEGI y , por supusto , la barbarie asesina y fraticida de los descerebrados de los etarras, cada día más alejados de la realidad. Ya sabemos a que atenernos. Traga o revienta.

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