domingo, 23 de noviembre de 2008

Fracaso del rescate

EL FRACASO DEL RESCATE AFLORA NUESTRAS SUBPRIMES

El hecho de que todos los medios económicos e incluso generalistas hayan interpretado el resultado de la primera subasta de liquidez realizada por el Gobierno como un fracaso, da idea, siquiera una primera idea, de lo lejos que están las medidas institucionales de convertirse en soluciones o al menos en paliativos de la actual situación que atraviesa nuestro sistema financiero.

No sé cuánto de fino podrán hilar ahora los analistas. Pero para mi que el Gobierno ha cometido, con el plan de rescate, un error de bulto y de ahí la crítica pública, inusitada, del presidente de la AEB. Al confiar la operación a aquéllos activos realmente sanos y de primera calidad, las entidades financieras han optado por la ventanilla del BCE. Ahora cabría preguntarse si este sonoro fracaso no es una evidencia de que los activos de nuestras entidades financieras arrastran demasiados productos de baja calidad y, por consiguiente, un género patrio y particular de subprimes. Sí, esas de las que se nos ha dicho hasta la saciedad que no tenemos ni por asomo en nuestras contabilidades financieras.

Podría argumentarse que las entidades han preferido reservar sus mejores bazas para acudir a los mercados, pero me temo que no. El tipo aplicado por el Gobierno es sumamente ventajoso sobre el que podrían lograr yendo al sector privado. Y tampoco parece lógico pensar a estas alturas que nuestras entidades no han acudido a la ventanilla gubernamental porque andan sobradas de liquidez. Eso no se lo cree ya nadie con un mínimo de información y criterio.

Casualidad o no, la cotización de los bancos españoles arrastró una fuerte debilidad la pasada semana. Ahí tenemos al Santander, que llegó incluso a perder los 4,9 euros por acción: algo absolutamente increíble si nos lo hubieran contado hace apenas seis meses, e incluso para el propio Botín, que se hinchó de comprar acciones de su banco a 7,92 euros los días previos al lanzamiento de la ampliación de capital. Y detrás, a la zaga, BBVA y los medianos.

Dado este panorama, que únicamente podemos entrever debido a la escasa transparencia del sector financiero, y de que el desempleo puede llegar a alcanzar cotas próximas al 20%, ahí es nada, el verdadero lineboat para nuestro sistema financiero radicaría en que el valor de las viviendas no se depreciara sustancialmente. Básicamente porque de esa valoración va a depender que los balances de bancos y cajas de ahorros no se vean tan agujereados como un queso gruyere y que, por tanto, puedan afrontar con honra el examen que realizarán las agencias de rating y, más importante ahí, los propios gestores de fondos de inversión cuando finalmente acudan a los mercados.

Ahí, junto con el aumento de core capital de las entidades, es donde el Gobierno debiera haber fijado la vista. Aunque lo que está sucediendo con la cotización del Santander es un auténtico aviso (injusto) a navegantes sobre lo que les espera a los demás cuando anuncien ampliaciones de capital.