Lo de Israel ya es rizar el rizo del intelecto de cualquier individuo. Como ejemplo de cinismo evidente, que detectaría hasta quien pueda tener una cierta simpatía por los israelíes frente a los palestinos (como cuando Aznar salió diciendo que el 11-M lo había cometido ETA, que hasta muchos del PP no se lo creyeron), el ministro de Defensa Ehud Barak, tras bombardear la sede de la ONU en Gaza y destruir “todos los alimentos” que allí se almacenaban, ha llamado al secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, para pedirle disculpas y reconocer que ha sido “un gran error”. En realidad es la tercera vez que lo comete.
No ha sido el único de la mañana. También ha atacado un centro de prensa donde además de emisioras árabes estaba la muy occidental Reuters y un hospital de la Media Luna Roja.
Y claro, una lee esto y aunque intente no preguntarse nada, pasar a otra noticia, hacer como que no ha leído lo que ha leído, reulta misión imposible.
A la vez que los ‘terroristas palestinos’ (recordar las 12 reglas para escribir sobre el conflicto) se prestan a valorar una tregua (es decir una rendición temporal porque cada vez hay menos gente en Gaza), Israel toma carrerilla y deja a la población civil sin comida, sin medicinas e intenta aniquilar a la prensa para que no se deje constancia.
¡Joder qué error!. El mismo que el ejército de EEUU cuando asesinó a Couso en el Hotel Bagdad. “¡Vaya militares más gilipollas que siguen cometiendo los mismos errores!”, podría llegar a plantearse alguien que no tenga muy claro de qué va la cosa.
¿Y ahora qué va a hacer la ONU? Pues además de tener la misma ‘buena educación’ que Barak y condenar el atentado, que eso es de ser civilizado por si no lo sabían, parece que nada. Nada. De nada.
También ha hablado otro Barack, Obama. Y ha dicho que va a hablar con Siria y a comprometer a Irán… A lo mejor ya no quedan habitantes en Gaza para entonces, a lo mejor no queda nada de ese Obama.
Una intenta negar la evidencia, pero si esto no es el exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, de etnia, de religión, de política o de nacionalidad, es decir, un genocidio según la Real Academia, por favor, que vuelvan a definir el término.
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jueves, 15 de enero de 2009
Equidad y justicia en Palestina
Con el conflicto palestino-israelí se están enconando las posiciones a favor y en contra de cada uno de los contendientes. Es duro y sangrante ver, leer y escuchar cómo sesudos personajes de la vida pública mundial se atrincheran en un bando sin opción al razonamiento, ni a que triunfe lo justo.
Por todo lo cual es delicado escribir sobre el conflicto sin que, por mucho que uno lo intente, coloquen al autor en una de las dos trincheras. Pena. Porque no es cuestión de trincheras. Posiblemente es cuestión de educación. Las generaciones jóvenes de palestinos y de judíos, tengo la vaga impresión, están educados en el odio. Odio a muerte al contrario. No buscan un arreglo. No buscan la paz. No buscan un entendimiento razonable. No. Buscan aniquilar al enemigo. Con ese pensamiento difícilmente se llegará al mínimo acuerdo, no ya de paz -¡qué utopía!- sino de simple convivencia. Tal vez haya que cambiar las normas educacionales de ambas bandas o ambos pueblos para que las generaciones futuras al menos puedan convivir y darse los buenos días sin que les pase por la mente apuñalar al contrario, sea palestino o judío.
Pero se nota una ola creciente a favor de los palestinos y contra los judíos, con algunas excepciones. Hasta el Gobierno de España ataca a Israel y convoca manifestaciones a favor del pueblo palestino, que no digo que no me lo merezcan, pero hay que tener un poco más de equidad y de sentido de la diplomacia. Ser el único país de la Unión Europea en manifestarse en tal sentido no dice mucho de la inteligencia y de la diplomacia de este Gobierno. Más bien parece una más de las muchas necedades y despropósitos a los que nos tiene acostumbrados, pero que luego pagamos todos. Por cierto, debería buscar este Gobierno en las hemerotecas y en los archivos del CNI, si funcionan, las ayudas recibidas de los amigos judíos del Mosad, -siempre han sido los mejores- en las ya olvidadas victorias sobre el terrorismo vasco y las detenciones de algunos comandos de ETA. La memoria es frágil.
Cierto que los datos en esta desigual contienda son escalofriantes y demoledores. Ante ellos la inteligencia humana debería actuar con más prontitud y generosidad. Pero no es menos cierto que las guerras son todas igual de injustas y que unos ganan y otros pierden. Y que los perdedores nos conmueven más, pero no dejan de ser los perdedores. Porque si hubiesen sido los ganadores hubiesen masacrados a los otros contendientes. Recordemos algunos datos y algunos fríos números para estremecernos un minuto.
Desde el inicio de la Segunda Intifada en septiembre de 2000, casi 5.000 palestinos han muerto frente a 1.100 israelíes. En el año 2008, 650 palestinos murieron frente a 25 israelíes. Desde el inicio de los actuales ataques contra Gaza, casi un millar de palestinos han muerto frente a una quincena de israelíes —varias víctimas por fuego amigo—. En la llamada Primera Intifada, que se inicio el 9 de diciembre de 1987 y que concluyó el 13 de septiembre de 1993, 1.162 palestinos y 160 israelíes perecieron en los enfrentamientos.
Ante tales cifras que no hay calificativos para expresarse, algunas excelsas plumas, las mínimas, muestran su empatía con el pueblo judío en los grandes medios de comunicación españoles. Son los mínimos.
Xavier Rubert de Ventós, en La Vanguardia, admite su empatía con el pueblo judío pero “me duelen sus errores”, dice. El filósofo es muy claro: “El bombardeo de un sitio cerrado como Gaza es comparable al gueto de Varsovia, pero ahora con aviación”. También en La Vanguardia Fernando Savater afirma que el Estado de Israel tiene el derecho y el deber de defender a la población de los ataques terroristas. Pero agrega sin cortapisas que “nada justifica la aniquilación de la población civil de Gaza”.
En el diario El País, Mario Vargas Llosa afirma que “los cadáveres y ríos de sangre de estos días sólo servirán para levantar nuevos obstáculos y sembrar más resentimiento y rabia en el camino de la negociación”.
Solo son tres ejemplos para equilibrar la mayoritaria opinión favorable al pueblo palestino, que aunque se lo merezca, no son angelitos precisamente. Guardemos la equidistancia y la neutralidad, si es posible, porque de otra manera pasamos a ser uno de ellos, de cualquiera de ellos, palestino o judío, con odio, sólo odio. Con muerte, sólo muerte. Desde la distancia, educación para las generaciones venideras. Educación y más. Más educación y convivencia. Vida en lugar de muerte. No es necesario eliminar a ambos contendientes como algunas mentes privilegiadas sugieren, -¡qué barbaridad en nombre de la paz!-, sino educar a ambos en nombre de la vida. Vida en lugar de muerte. Sólo vida.
Por todo lo cual es delicado escribir sobre el conflicto sin que, por mucho que uno lo intente, coloquen al autor en una de las dos trincheras. Pena. Porque no es cuestión de trincheras. Posiblemente es cuestión de educación. Las generaciones jóvenes de palestinos y de judíos, tengo la vaga impresión, están educados en el odio. Odio a muerte al contrario. No buscan un arreglo. No buscan la paz. No buscan un entendimiento razonable. No. Buscan aniquilar al enemigo. Con ese pensamiento difícilmente se llegará al mínimo acuerdo, no ya de paz -¡qué utopía!- sino de simple convivencia. Tal vez haya que cambiar las normas educacionales de ambas bandas o ambos pueblos para que las generaciones futuras al menos puedan convivir y darse los buenos días sin que les pase por la mente apuñalar al contrario, sea palestino o judío.
Pero se nota una ola creciente a favor de los palestinos y contra los judíos, con algunas excepciones. Hasta el Gobierno de España ataca a Israel y convoca manifestaciones a favor del pueblo palestino, que no digo que no me lo merezcan, pero hay que tener un poco más de equidad y de sentido de la diplomacia. Ser el único país de la Unión Europea en manifestarse en tal sentido no dice mucho de la inteligencia y de la diplomacia de este Gobierno. Más bien parece una más de las muchas necedades y despropósitos a los que nos tiene acostumbrados, pero que luego pagamos todos. Por cierto, debería buscar este Gobierno en las hemerotecas y en los archivos del CNI, si funcionan, las ayudas recibidas de los amigos judíos del Mosad, -siempre han sido los mejores- en las ya olvidadas victorias sobre el terrorismo vasco y las detenciones de algunos comandos de ETA. La memoria es frágil.
Cierto que los datos en esta desigual contienda son escalofriantes y demoledores. Ante ellos la inteligencia humana debería actuar con más prontitud y generosidad. Pero no es menos cierto que las guerras son todas igual de injustas y que unos ganan y otros pierden. Y que los perdedores nos conmueven más, pero no dejan de ser los perdedores. Porque si hubiesen sido los ganadores hubiesen masacrados a los otros contendientes. Recordemos algunos datos y algunos fríos números para estremecernos un minuto.
Desde el inicio de la Segunda Intifada en septiembre de 2000, casi 5.000 palestinos han muerto frente a 1.100 israelíes. En el año 2008, 650 palestinos murieron frente a 25 israelíes. Desde el inicio de los actuales ataques contra Gaza, casi un millar de palestinos han muerto frente a una quincena de israelíes —varias víctimas por fuego amigo—. En la llamada Primera Intifada, que se inicio el 9 de diciembre de 1987 y que concluyó el 13 de septiembre de 1993, 1.162 palestinos y 160 israelíes perecieron en los enfrentamientos.
Ante tales cifras que no hay calificativos para expresarse, algunas excelsas plumas, las mínimas, muestran su empatía con el pueblo judío en los grandes medios de comunicación españoles. Son los mínimos.
Xavier Rubert de Ventós, en La Vanguardia, admite su empatía con el pueblo judío pero “me duelen sus errores”, dice. El filósofo es muy claro: “El bombardeo de un sitio cerrado como Gaza es comparable al gueto de Varsovia, pero ahora con aviación”. También en La Vanguardia Fernando Savater afirma que el Estado de Israel tiene el derecho y el deber de defender a la población de los ataques terroristas. Pero agrega sin cortapisas que “nada justifica la aniquilación de la población civil de Gaza”.
En el diario El País, Mario Vargas Llosa afirma que “los cadáveres y ríos de sangre de estos días sólo servirán para levantar nuevos obstáculos y sembrar más resentimiento y rabia en el camino de la negociación”.
Solo son tres ejemplos para equilibrar la mayoritaria opinión favorable al pueblo palestino, que aunque se lo merezca, no son angelitos precisamente. Guardemos la equidistancia y la neutralidad, si es posible, porque de otra manera pasamos a ser uno de ellos, de cualquiera de ellos, palestino o judío, con odio, sólo odio. Con muerte, sólo muerte. Desde la distancia, educación para las generaciones venideras. Educación y más. Más educación y convivencia. Vida en lugar de muerte. No es necesario eliminar a ambos contendientes como algunas mentes privilegiadas sugieren, -¡qué barbaridad en nombre de la paz!-, sino educar a ambos en nombre de la vida. Vida en lugar de muerte. Sólo vida.
lunes, 12 de enero de 2009
12 reglas para escribir sobre el ‘conflicto’ Israel-Palestina
Por su interés reproducimos este artículo publicado en El blog de Kevin Vázquez
1) En Oriente Próximo son siempre los árabes quienes atacan primero, y siempre es Israel quien se defiende. Esa defensa se llama “represalia”.
2) Ni árabes, ni palestinos ni libaneses tienen derecho a matar civiles. A eso se le llama “terrorismo”.
3) Israel tiene derecho a matar civiles. Eso se llama “legítima defensa”.
4) Cuando Israel mata civiles en masa, las potencias occidentales piden que lo haga con mayor comedimiento. Eso se llama “reacción de la comunidad internacional”.
5) Ni palestinos ni libaneses tienen derecho a capturar soldados israelíes dentro de instalaciones militares con centinelas y puestos de combate. A eso hay que llamarlo “secuestro de personas indefensas”.
6) Israel tiene derecho a secuestrar a cualquiera hora y en cualquier lugar a cuantos palestinos y libaneses se le antoje. Su cifra actual ronda los 10 mil, 300 de los cuales son niños y mil, mujeres. No se precisa prueba alguna de culpabilidad. Israel tiene derecho a mantener secuestrados presos indefinidamente, ya sean autoridades democráticamente elegidas por los palestinos. A eso se le llama “encarcelamiento de terroristas”.
7) Cuando se menciona la palabra “Hezbollah”, es obligatorio añadir en la misma frase “apoyados y financiados por Siria y por Irán”.
Cuando se menciona “Israel”, está terminantemente prohibido añadir: “apoyados y financiados por los EEUU”. Eso podría dar la impresión de que el conflicto es desigual y de que la existencia de Israel no corre peligro.
9) En informaciones sobre Israel, hay que evitar siempre que aparezcan las siguientes locuciones: “Territorios ocupados”, “Resoluciones de la ONU”, “Violaciones de los Derechos Humanos” y “Convención de Ginebra”.
10) Los palestinos, lo mismo que los libaneses, son siempre “cobardes” que se esconden entre una población civil que “no los quiere”. Si duermen en casa con sus familias, eso tiene un nombre: “cobardía”. Israel tiene derecho a aniquilar con bombas y misiles los barrios donde duermen. A eso se le llama “acción quirúrgica de alta precisión”.
11) Los israelíes hablan mejor inglés, francés, castellano o portugués que los palestinos . Por eso merecen ser entrevistados con mayor frecuencia y tener más oportunidades que los palestinos para explicar al gran público las presentes reglas de redacción (de la 1 a la 10). A eso se le llama “neutralidad periodística”.
12) Todas las personas que no están de acuerdo con las sobredichas Reglas, son, y así debe hacerse constar, “terroristas antisemitas de alta peligrosidad”.
Traducción para www.sinpermiso.info: Leonor Març
1) En Oriente Próximo son siempre los árabes quienes atacan primero, y siempre es Israel quien se defiende. Esa defensa se llama “represalia”.
2) Ni árabes, ni palestinos ni libaneses tienen derecho a matar civiles. A eso se le llama “terrorismo”.
3) Israel tiene derecho a matar civiles. Eso se llama “legítima defensa”.
4) Cuando Israel mata civiles en masa, las potencias occidentales piden que lo haga con mayor comedimiento. Eso se llama “reacción de la comunidad internacional”.
5) Ni palestinos ni libaneses tienen derecho a capturar soldados israelíes dentro de instalaciones militares con centinelas y puestos de combate. A eso hay que llamarlo “secuestro de personas indefensas”.
6) Israel tiene derecho a secuestrar a cualquiera hora y en cualquier lugar a cuantos palestinos y libaneses se le antoje. Su cifra actual ronda los 10 mil, 300 de los cuales son niños y mil, mujeres. No se precisa prueba alguna de culpabilidad. Israel tiene derecho a mantener secuestrados presos indefinidamente, ya sean autoridades democráticamente elegidas por los palestinos. A eso se le llama “encarcelamiento de terroristas”.
7) Cuando se menciona la palabra “Hezbollah”, es obligatorio añadir en la misma frase “apoyados y financiados por Siria y por Irán”.
Cuando se menciona “Israel”, está terminantemente prohibido añadir: “apoyados y financiados por los EEUU”. Eso podría dar la impresión de que el conflicto es desigual y de que la existencia de Israel no corre peligro.
9) En informaciones sobre Israel, hay que evitar siempre que aparezcan las siguientes locuciones: “Territorios ocupados”, “Resoluciones de la ONU”, “Violaciones de los Derechos Humanos” y “Convención de Ginebra”.
10) Los palestinos, lo mismo que los libaneses, son siempre “cobardes” que se esconden entre una población civil que “no los quiere”. Si duermen en casa con sus familias, eso tiene un nombre: “cobardía”. Israel tiene derecho a aniquilar con bombas y misiles los barrios donde duermen. A eso se le llama “acción quirúrgica de alta precisión”.
11) Los israelíes hablan mejor inglés, francés, castellano o portugués que los palestinos . Por eso merecen ser entrevistados con mayor frecuencia y tener más oportunidades que los palestinos para explicar al gran público las presentes reglas de redacción (de la 1 a la 10). A eso se le llama “neutralidad periodística”.
12) Todas las personas que no están de acuerdo con las sobredichas Reglas, son, y así debe hacerse constar, “terroristas antisemitas de alta peligrosidad”.
Traducción para www.sinpermiso.info: Leonor Març
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